Volvamos con Sartori, ahora con su definición de la Opinión Pública.
En el capítulo “la formación de la opinión”, de su libro “Homo Videns”, Sartori señala que la opinión pública es entendida como un dato que se da por hecho que existe por descontado, es decir, que existe y nada más, sin considerar que en realidad es un conjunto de opiniones de cada uno de los individuos que vive en la sociedad y que existe en la sociedad y en ellos mismos. Es decir, no es opinión pública sólo por ser del público, sino por que implica asuntos que son de naturaleza pública, ósea, intereses generales sobre las circunstancias y condiciones producto de la vida de los individuos en una sociedad.
Ahora bien, una opinión, sostiene Sartori, es un parecer subjetivo que no necesita de una prueba, no requiere de un fundamento sustentado en la ciencia, comprobable y sometido a análisis y evaluaciones medibles. Pero lo que realmente destaca de esta postulación de Sartori, es que cuando se convierten en convicciones profundas y fuertemente enraizadas, entonces se vuelven en una creencia.
Los gobiernos democráticos deben sus acciones no al saber (es decir, a criterios sustentados) sino a lo que la sociedad opina, es decir, a la opinión pública, pero esta está sujeta al flujo de la información hacia el público, ya sea de los gobiernos o de los medios de comunicación (y agrego que una parte de las veces, de ambos, y mayoritariamente, de los medios), y aunque podría decirse que una sociedad está bien informada por la cantidad de medios de comunicación existentes, el principal medio en consumo por la comunidad es la televisión, cuya preferencia, como ya lo había sostenido Sartori, es la imagen carente de contenido abstracto eliminando líderes de opinión intermediarios de otros medios de contenidos más cognitivos, estableciéndose como una “autoridad de la imagen”.
Es así que la televisión (y los medios de comunicación que se adaptan a su modelo como forma de ganarse a su audiencia y no como competencia) forma en la sociedad una opinión que corresponde a sus propios criterios y con contenidos carentes de sustancia, sólo basados en una imagen como elemento único e incuestionable para llamarlo como algo verdadero y de interés de la comunidad. Es falso que los medios retomen la opinión y los intereses de la sociedad, sino que la instruye, asegura Sartori.
Es así que para los que trabajan (trabajamos) en un medio de comunicación, el portar la bandera de la opinión pública no es más que tener una herramienta, o en algunos casos, un arma, para forjar entre la sociedad, una opinión acorde a los intereses propios del medio. Claro, habrá quienes afirmen que sus medios de comunicación sí recaban y representan el interés del público, pero también están los que actúan bajo los intereses de sus propietarios y de los grupos sociales a los cuales están asociados o forman parte. Pero ninguno se resiste a afirmar ser el poseedor de la opinión de toda la sociedad, y con ello, presionar a alguien, fundamentalmente al gobierno (ya sean ejecutivo, legislativo o judicial, y de cualquier nivel, local, estatal o federal) para obtener a cambio, no sólo una respuesta a una duda, sino incluso llega a ser una forma de extorsión, en la que el mensaje subjetivo es el que se dejará de crear una imagen adversa entre la sociedad, a cambio de algún arreglo económico o de algún otro tipo de componendas.
Muchas de las afirmaciones que hago por supuesto no son sustentables en evidencias por que no existen. Sin embargo, es algo observable con sólo un análisis somero de los contenidos informativos.
Sin embargo, el punto que cuestiono es si los temas que son abordados por los medios de comunicación corresponden al interés real de la comunidad, es decir, a la opinión pública real sobre los asuntos y problemas que son públicos, de la comunidad. Los dimes y diretes entre los políticos difícilmente podrían ser de interés de quienes todos los días enfrentan (enfrentamos) problemas como el abuso en los cobros impositivos, tarifas, los alimentos, la diversión, las necesidades reales humanas. ¿De qué me sirve saber si funcionario X afirma que político Y es inmoral, cuando lo que realmente quiero saber es cuándo puedo tener un poder adquisitivo real que me permita adquirir mis satisfactores para las necesidades que tengo como comida, electricidad y otros? ¿Qué me aporta conocer las “grillas” entre políticos cuando lo primordial es saber cuándo ellos en verdad pondrán sus manos en trabajar por mis necesidades reales? Es verdad que muchas veces los medios recaban temas de interés público, y son exitosos cuando se logra que se resuelven, pero primordialmente es un posicionamiento interesado en perseguir un objetivo de provecho para sí mismos o para los grupos sociales a los cuales son afines. Se les llaman “campañas de interés social”, pero aparecen en determinados momentos, es decir, no es una bandera que se abraza constantemente, con un interés real. Hay muchas otras cuestiones realmente preocupantes para la comunidad, que el hecho de que se tenga que dar prioridad a declaraciones envalentonadas que privilegien a la persona pública, y dejan olvidados los problemas de las personas anónimas que forman el grueso real de la sociedad.
Dicho lo anterior, los que lean esto y trabajen en un medio, están en su entera libertad de crucificarme. Ya estoy acostumbrado a estar entre dos y más ladrones...
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