lunes, junio 25, 2007

El salario moral

Uno de los problemas que enfrentamos algunos de los que somos empleados de algunas empresas, es que estamos poco contentos con nuestros trabajos. Podríamos hacer lo que nos gusta, pero la gran diferencia es el clima laboral en el que lo hacemos. ¿Acaso no es común que estemos con el temor de que, de un momento a otro, simplemente seamos despedidos sin razón aparente, pero bajo muchas justificaciones?Incluso, ¿cuántos tienen el valor de hablarle a sus superiores sin que se considere una afrenta que ponga en riesgo su empleo?
A continuación transcribo una nota que redacté y me gustaría que compartieran su opinión:

Es el mal trato de empresarios a empleados, su mayor error: Carlos Kasuga


César De la luz


Hermosillo.- El gran error de las empresas mexicanas está en el trato que le dan a sus empelados, quienes tienen como su mayor angustia, el que no recibe un “sueldo moral”, es decir, no se les da una motivación y trato amable de su patrones, y como su mayor preocupación, el no tener la seguridad laboral, es decir, el temor de que pueda perder su empleo, aseguró Carlos Kasuga Osaka, director general de la empresa Yakult.

Invitado por un grupo de empresarios para impartir una conferencia sobre el modelo de productividad y calidad japonés aplicado a las pequeñas y medianas empresas, Kasuga Osaka, nacido en México de padres japoneses, consideró que al empresariado mexicano le hace falta que eduque y haga crecer a sus trabajadores, y no sólo utilizarlos como algo desechable, en tanto, el empresario japonés es el primero en llegar y el último en salir de la jornada laboral, recibe a sus empleados, convive con ellos, conoce sus condiciones de trabajo y de vida.

Esta forma de actuar lo ha llevado a sus empresas, y le ha funcionado con éxito, aseguró, por lo que está convencido de que lo más importante para una empresa no es tanto la maquinaria y sus instalaciones, sino su material humano.

Consideró que además, la educación que se imparte en México sólo es instructiva, y no formativa en los valores del trabajo en equipo, la puntualidad, la honestidad y la sinceridad, además de que los empresarios que son formados tradicionalmente no experimentan lo que es el trabajo, y eso se podría corregir con que los alumnos empiecen a hacerse cargo de la limpieza de sus escuelas, como es el modelo japonés.

Es decir, ya es tiempo de cambiar la mentalidad del “cuando ellos (el gobierno, las instituciones, los empresarios, y la sociedad) cambien, entonces yo también le entro”, es decir, comenzar por que uno mismo asuma el papel de cambiar en lo individual para que se extienda al resto de la comunidad.

“México no puede soportar que se espere a que otros hagan las cosas y hasta entonces uno se decida a actuar”, puntualizó.

Igualmente, sostuvo que la industria maquiladora viene a establecerse a este país no sólo por que la mano de obra sea más barata, por que “hay otros cien atrás de México que son más baratos”, sino por que la mano de obra es altamente calificada, hábil y fina, pero la gran diferencia entre México y Japón es el aspecto religioso en que son formados sus habitantes.

Ahondó que mientras en México uno acude a la iglesia a pedir y a esperar que se le conceda el favor, el japonés que practica el sintoísmo acude al templo a ofrecer, a comprometerse a mejorar lo hecho; y este aspecto, aseguró, es notorio en el sindicalismo mexicano, el cual sólo presenta pliegos petitorios pero no se compromete ni ofrece nada para mejorar su trabajo.

También, agregó, está el hecho de que los países de primer mundo, la educación básica está enraizada en la sociedad, mientras que en México, está al margen, no hay compromisos, y ejemplificó lo anterior con que los padres de familia difícilmente aceptarían que sus hijos sean maestros por la falta de respeto que se les tiene.

La educación en México es para que el joven al egresar de la universidad se contrate con una empresa, no para que se genere empresarios, puntualizó.

El trabajador mexicano no siente orgullo de pertenecer a la empresa para la que trabaja, por la falta de comunicación con sus patrones, y el gran error de los empresarios es el trato que les dan a sus empleados, sin motivarlos, sin hacerlos sentir valiosos sino desechables, por eso, la mayor angustia de los trabajadores es no recibir un “sueldo moral”, es decir, motivación y trato amable, y su mayor preocupación es el no tener seguridad laboral, es decir, el temor de perder su empleo, concluyó.

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