El primer “contacto” que tuve con Carl Sagan fue en mi pubertad. No recuerdo exactamente las fechas, pero fue a los pocos meses después del estreno en la televisión mexicana, de la serie Cosmos, creada por el astrónomo a quien este día rendimos homenaje.
Debo aclarar lo de “meses después” ya que en ese entonces, las televisoras locales fuera de la capital del país, recibían su programación por avión, después de haber sido estrenadas en la Ciudad de México. Las microondas se usaban sólo en ciertos eventos muy especiales.
En ese entonces, era un crío absorto por la ciencia ficción televisiva y del cine (no sé por qué mis padres nunca me compraron un libro, a lo mucho un comic); devoraba las horas de programación de series tan antañas como Space 1999, UFO, La Gente del Mañana, Doctor Who, Thunderbirds, Galactica, Buck Rogers… cuando de repente, la televisora anunció un nuevo programa, “el mejor de ciencia ficción: Cosmos”. En un principio lo relacioné con la Space 1999 (en México la tradujeron como Cosmos 1999), y me aposté frente a la televisión el viernes por la noche en que la estrenarían.
No fue lo que pensaba. Fue mucho mejor. Desde que Sagan dijo “Vamos a realizar un viaje por el cosmos”, en ese momento me enganchó, con la descripción de las maravillas del universo, con lo cual, la fantasía científica se transformó en Ciencia Fantástica; al fin alguien explicaba a un nivel que hasta un crío común como yo, lo pudiera entender, todo lo que hay más allá del cielo, en ese espacio donde ocurrían las aventuras de los héroes del cine y la TV, donde Buck Rogers se burlaba de sus enemigos, donde Galactica luchaba en batallas épicas contra los Cylones, donde Darth Vader amenaza con expander el Imperio Galáctico, donde la base lunar Alpha cae inmersa sin esperanza de regresar a la órbita terrestre… Sagan nos mostró la grandiosidad del Cosmos, llevándonos de la maravillosa fantasía a la ciencia maravillosa.
Fue Cosmos y Sagan, el responsable de nacer en mí el escepticismo, la duda; de revelarme el origen de la raza humana, su potencial, sus logros, sus conquistas, los grandes avances en Samos, Alejandría y Amsterdam, el renacimiento, pero también, de haber creado la conciencia sobre la capacidad de la raza humana de autodestruirse y destruir el mundo si se deja abrazar por la sinrazón y el fanatismo, pero también, de la esperanza en que finalmente, nuestra “joven, curiosa, y valiente” especie supere sus diferencias y sobreviva, para entonces, regresar a nuestro lugar de origen, en las estrellas.
Sagan me hizo ver que por más grandiosos que sean nuestros logros, son insignificantes ante el Cosmos mismo, y la fuerza de la naturaleza.
Carl Sagan no era perfecto, nadie lo es. Pero sí es de aquellos cuyo don sirve para traspasar en el tiempo y el espacio: fue un bardo, y su poesía la ciencia.
Salve, pues, Carl Sagan, en cualquier lugar del Cosmos en que pudiera estar.
1 comentario:
Vaya que muchos fuimos llevados a un nivel de reflección y comprensión diferente a través de la obra de Sagan. En mi caso fue El Mundo y sus Demonios quien en un momento crítico de mi vida me hizo tener una nueva comprensión del Universo, de la vida, de mi vida, y de allí en un viaje hasta atrás a volver a leer textos ya leidos del maestro y por supuesto Cosmos. Feliz Cumpleaños Carl, te queremos y sigues vivo en tus libros y los que aprendimos de ti, sin que esto pretenda ser ni por mucho una visión mística.
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