Sartori y Maussán

Recientemente, Jaime Maussán en su blog respondió a una serie de señalamientos con un “Que me demuestren los fraudes!!”. Es decir, lo que él muestra como evidencia no debe estar sujeto a un juicio de veracidad, si no los señalamientos mismos deben de ser probados, y no las muestras que él presenta como reales pruebas de la existencia de naves extraterrestres pilotadas por inteligencias alienígenas.
Es decir, él muestra sus pruebas, más no las somete a un proceso de juicio o de veracidad. Si muestra un video y afirma que es una nave espacial del planeta Soyunfraude pilotado por un extraterrestre llamado TeTimo-LaLana, es suficiente y no hay necesidad mayor que la pura imagen para que sea una verdad absoluta e indudable. En cambio, cualquier cuestionamiento tiene que ser sustentado, y aún así, no cambiará su opinión y la de sus seguidores que reciben su plegaria cual mesías televisivo del nuevo milenio.
De inmediato me salta a la memoria lo que he posteado sobre Sartori y los Charlatanes en este blog. El estudioso de los medios de comunicación sostiene que en televisión, la imagen lo es todo y todo lo que se muestra en la pantalla para el espectador es la realidad. El espectador no se le educa en analizar lo que vé ni en conocer más allá de la realidad que la que recibe a través de l a pantalla televisiva. Asume pues, que por aparecer en la Tele, es real y neto, y no necesita ser puesto en duda ni ser sujeto de análisis.
Maussán tiene el respaldo de la empresa Televisa para que sus versiones sean aceptadas como verdades. En Televisión, el espacio está, como dice Sartori, garantizado para los excéntricos, ya sean personas y/o ideas, y que todo aquello que implique un cuestionamiento o raciocinio, es puesto fuera de la pantalla, a menos que produzca un beneficio económico o político. Las excentricidades de Sartori las define como Charlatanerías. Queda evidente de qué habla. Esoterismo, Astrología, Ovnis.... fenómenos supuestamente inexplicables supuestamente fuera de toda explicación científica y supuestamente revolucionarias de las verdades oficiales.
Maussán no necesita así demostrar el cómo sustenta que sus evidencias son pruebas reales. Basta con que salga en la tele para que sus seguidores y espectadores las asuman como verdades. Pero quienes dudan de ello, deben demostrar lo contrario, y en ese sentido, tenemos todas las de perder, sólo por que el escepticismo y el racionamiento no es carismáticamente excéntrica para merecer un pedazo del tan económicamente valioso tiempo aire de las televisoras.