domingo, diciembre 19, 2010

Día Mundial del Escepticismo: la simple pregunta

Escrito para conmemorar el Segundo Día Mundial del Escepticismo, en memoria de Carl Sagan.


El escepticismo no es una figura socialmente aceptada. La postura crítica, analítica, racional, o tan solo no afín, es visto con una connotación negativa. Con mayor razón en los medios de comunicación.

Si bien el periodismo se dice “escéptico” a muchos hechos y declaraciones formuladas por personajes públicos, particularmente los políticos, ese escepticismo es limitado, si no acotado, dentro de ciertos criterios propios de cada periodista, y de cada medio.

Los periodistas pregonan un “tomemos esta declaración con cierto escepticismo”, es decir, no aceptarla sin cuestionar, y ese es el problema: cuestionar es tabú. La verdad es incuestionable, luego todos los políticos y los periodistas, y con más razón los medios, se asumen como portadores de la verdad, y por ello, nada es cuestionable de lo que hagan.

¿Qué acota al escepticismo en los medios? El interés propio de los dueños y de los periodistas, por que esas declaraciones y hechos, sean difundidas a gusto del que las hizo o el que los provoca. ¿Y la razón de ello? Afinidades y simpatías políticas, cercanías de amistad o familiaridad, o bien, intereses económicos. Manifestar una postura escéptica en los medios implica como consecuencia, la poca aceptación del propio periodista y del propio medio ante quienes ejercen el poder político y económico. Es más cómodo aceptar todo de donde venga, sin cuestionar lo mínimo siquiera, so pena de perder un ingreso importante para sostener al medio y al periodista. Y como sabemos, el periodismo por sí solo no basta para hacer una vida digna, por ello, la necesidad de conveniar con esos señores del dinero.

El escepticismo parte de la crítica. Pero para nuestro común popular, criticar tiene una connotación negativa. Si una observación va en contra del común de la opinión popular, es vista como un signo de que quien lo hace, o es por envidia, por ignorante, por loco, por criticón, por antisocial, o peor, por que se cree superior al común. Por que no se puede cuestionar la verdad que expresa quien la posee, por lo general, aquel que aparece en la televisión, un famoso, o alguien que sí sabe del tema, pero que no es aceptado por la “verdad oficial” que pretende callar la revelación de la existencia de una realidad oculta que amenaza su poder. Periodistas que abanderan la investigación de hechos extraordinarios. Periodistas que son rebeldes, investigadores que sí indagan temas extraordinarios, que nos muestran una realidad innegable. Claro, eso piensan.

El escepticismo no es algo malo. Es sólo pensar que tal vez lo que vemos, oímos, lo que nos dice, lo que se nos transmite, la “sabiduría popular”, tal vez no sea la explicación correcta al mundo que observamos. Es sólo cuestionar cómo surge, qué validez, y si no existe otra explicación. Ese proceso mental de cuestionar implica pensar. Y pensar no es bien visto socialmente hablando. Quien piensa no es feliz pues cuestiona todo lo que es agradable, lo que ya está hecho, lo que ya no necesita explicarse más. Pensar lleva a ser infeliz, y nadie quiere ser infeliz. Cuestionar es amargarse, y nadie quiere ser visto como un amargado por sus amigos. Ya el leer un libro en público es rechazable, ser escéptico es la condenación a la marginación social. Ser escéptico es ser paria social.

El especticismo es algo propio de la humanidad. ¿Cómo entonces hemos logrado el avance que tenemos hasta ahora si lo primeros humanos no hicieran una simple pregunta sobre su mundo, para entender qué es lo que sucede a su alrededor? Una simple pregunta que inició una visión mágica pero que con el tiempo, llevó a indagar, entender, pensar, proponer, experimentar, determinar, cuestionar de nuevo, confirmar, conocer. La simple pregunta: ¿Por qué?

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